Cuando despertó, a Margarita O. le dolía la cabeza. El pony rosado estaba junto a ella.
- Pony, ¿Qué pasó? - le preguntó. El dolor era insoportable. Le ardían los ojos y le zumbaban las sienes -¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? -
Pero el pony no contestó. Los peluches no hablan.
A Margarita O. le dio risa.
Le alegró estar despierta. Aunque le doliera la cabeza.
- Pony, ¿Qué pasó? - le preguntó. El dolor era insoportable. Le ardían los ojos y le zumbaban las sienes -¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? -
Pero el pony no contestó. Los peluches no hablan.
A Margarita O. le dio risa.
Le alegró estar despierta. Aunque le doliera la cabeza.
1 comentario:
Ayer mi tortuga de peluche tenía permiso para escupirme si tenía ganas. No lo hizo; las tortugas tampoco escupen.
Rom
Publicar un comentario