lunes, 20 de agosto de 2007

Día 4 y el fin.


Cuando salió de la habitación, Margarita O. se sorprendió al ver que todo estaba en blanco y negro.

Se tocó los ojos varias veces, pero el color no aparecía. Pensó que estaba soñando y se pellizcó. Estaba más despierta que nunca. Se lo confirmó el dolor que sintió en su brazo derecho.

El paisaje de arbustos y flores se ofrecía ante ella. A sus espaldas estaba la puerta donde yacía dormido el lobo.

Habían dos opciones y ella lo sabía.
Ambas le daban miedo, pero sabía que no podía permanecer estancada.
Hoy era mucho más tarde de lo que creía.

- Empezar todo de nuevo o apagarme lentamente- dijo mientras observaba el paisaje blanco, gris y negro que se extendía frente a sus ojos.

Dudó. Vaya que sí dudó. Pero finalmente comenzó a caminar hacia los arbustos. La curiosidad la estaba matando. El miedo también.

En su mano bolsillo guardaba un mechón de los cabellos de Gabriel.
Margarita O. prometió que todo acabaría cuando lo lanzara a un lago color púrpura.
Éste no era más que el principio.



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