viernes, 24 de agosto de 2007

¿Qué pasó?

Cuando despertó, a Margarita O. le dolía la cabeza. El pony rosado estaba junto a ella.

- Pony, ¿Qué pasó? - le preguntó. El dolor era insoportable. Le ardían los ojos y le zumbaban las sienes -¿Qué pasó? ¿Dónde estamos? -

Pero el pony no contestó. Los peluches no hablan.

A Margarita O. le dio risa.
Le alegró estar despierta. Aunque le doliera la cabeza.

jueves, 23 de agosto de 2007

Despertar

Margarita O. abrió los ojos y la luz la encandiló. Todo seguía siendo gris, pero algo había cambiado.

Era como si mil manos estuvieran acariciándola, como si cientos de labios la besaran. Margarita O. sentía el cuerpo tan ligero, flotando en lo sublime. No pensaba, no soñaba. El éxtasis había llegado.

miércoles, 22 de agosto de 2007

San Expedito no se ganó la placa.

El 10 de noviembre del 2005, Margarita O. se sentó frente a la imagen de San Expedito y, confiando en su fama de "milagroso", le pidió que D. no la dejará.

Era un miércoles soleado y la gruta del santo estaba casi vacía. Dos mujeres de edad encendían velas a los pies de la figura de yeso. Margarita O. no le llevó nada. Le pareció que pegarse el pique hasta Reñaca era más que suficiente.

En una de las cientos de placas de agradecimiento por "favor concedido", Fernando daba las gracias por traerle de regreso a su mujer. Margarita O. le prometió una dedicatoria mucho más linda si es que le echaba una mano y rezó con más fe.
Eso dice ella...

El 11 de noviembre del 2005, D. le pidió un tiempo. Fue la última vez que Margarita O. lo vio.

lunes, 20 de agosto de 2007

Día 4 y el fin.


Cuando salió de la habitación, Margarita O. se sorprendió al ver que todo estaba en blanco y negro.

Se tocó los ojos varias veces, pero el color no aparecía. Pensó que estaba soñando y se pellizcó. Estaba más despierta que nunca. Se lo confirmó el dolor que sintió en su brazo derecho.

El paisaje de arbustos y flores se ofrecía ante ella. A sus espaldas estaba la puerta donde yacía dormido el lobo.

Habían dos opciones y ella lo sabía.
Ambas le daban miedo, pero sabía que no podía permanecer estancada.
Hoy era mucho más tarde de lo que creía.

- Empezar todo de nuevo o apagarme lentamente- dijo mientras observaba el paisaje blanco, gris y negro que se extendía frente a sus ojos.

Dudó. Vaya que sí dudó. Pero finalmente comenzó a caminar hacia los arbustos. La curiosidad la estaba matando. El miedo también.

En su mano bolsillo guardaba un mechón de los cabellos de Gabriel.
Margarita O. prometió que todo acabaría cuando lo lanzara a un lago color púrpura.
Éste no era más que el principio.



domingo, 19 de agosto de 2007

Día 3

"Tengo miedo y me he puesto una máscara para protegerme", escribió en la última línea de la carta. A su lado él dormía plácido. Tuvo cuidado de no despertarlo al dejarla sobre su almohada.
Lo miró un par de veces antes girar la manilla y abrir la puerta.
Cuando dormía dejaba de ser un lobo.

sábado, 18 de agosto de 2007

Día 2.

Margarita O. mira la luna. Es una noche heladísima y debería estar acostada. Pero no puede. No todavía. Está algo asustada. Tiene miedo de Gabriel.

- No me hagas daño - le dijo anoche antes de dormir.
- No quiero hacerlo - contestó Gabriel, acariciando su mano.

Estaba tan oscura la habitación que ninguno de los dos pudo ver. Ni las lágrimas de uno, ni la cara de culpa del otro. Se ocultaron en las sombras.

Y ella no deja de pensar en eso. Está sintiendo tanto miedo que siente que se ahoga.
Ingenua como es, le está pidiendo a la luna que Gabriel no le haga daño.


viernes, 17 de agosto de 2007

Día 1

Todo comenzó cuando se sacó la máscara y lo vi tal cómo era: un lobo.
Quise gritar, llorar, esconderme, escapar, vomitar, pero no pude hacer nada. Y esto no era más que principio.

- Tú sabes que me gusta estar solo- dijo.